Un dato muy curioso propio de nuestra península es que, en ella, tenemos una medida de ancho de vía distinto al utilizado en el marco internacional europeo. De hecho, se conoce como el “ancho ibérico”. Este hecho se atribuye al año 1844 donde un grupo de técnicos manifestaron que, debido a la orografía española y portuguesa, se tenía que aumentar el ancho de las caras internas de las vías. En dicho informe tuvieron en cuenta que España siempre ha estado plagada de montañas y de terrenos accidentados, dificultando de ese modo el paso de los trenes por las vías con ancho interno de cara inferiores.
Un ancho de vía español, ¿todo fueron ventajas?
De este modo pudieron recorrer los valles y montes españoles. Pero no todo fueron ventajas. Al no cumplir el estándar de las vías del resto de Europa, España se encontraba en un grave problema de relaciones económicas. Para poder pasar por Francia en ferrocarril era necesario hacer transbordo tanto de personas como de cargamento, provocando serios problemas económicos y de comunicación con el resto de los países vecinos. Por esto muchos pasajeros se veían mermados al utilizar este medio de transporte. Algunos países como Holanda modificaron su ancho de vía pero, en España, se continúa utilizando, salvo en las líneas de alta velocidad, donde se emplea el ancho internacional europeo de 1435mm frente a los 1668mm del ancho ibérico.
Los anchos de vía en la actualidad en España
En España, hoy en día contamos con siete anchos de vías diferentes. Sin embargo, no se ha dejado al margen la conexión entre ellos. De este modo, surgieron los cambiadores de ancho, permitiendo modificar la anchura de las vías de un vehículo ferroviario, mejorando de ese modo el sistema férreo español. Portugal, por su parte, adoptó también la vía ancha (conocida por ellos como “bitola portuguesa”) para poder comunicarse con España y con el resto de Europa con un solo cambio de ancho de vía en la frontera francesa.